Prosa aprisa
Una obra, un acto de justicia
Arturo Reyes Isidoro
Hace tres años por estas fechas
viví horas, días de angustia, cuando un recién nacido de mi familia tuvo que
ser sometido a dos intervenciones quirúrgicas con apenas un mes de diferencia
en un hospital de la Ciudad de México.
Mi hijo Jesús Antonio (Toño)
tuvo la fortuna entonces de contar con un seguro médico que le pagaban en su
trabajo y eso le permitió además que su bebé fuera a dar a manos de un
prestigiado pediatra de renombre internacional, que Dios puso en nuestro
camino.
Ese hospital es privado,
especializado en niños, uno de los más famosos y con más demanda de los
habitantes de la Ciudad de México. Ahí viví muchos días dándole respaldo y
ánimo a mi hijo y a mi nuera, más cuando nos dieron los peores pronósticos de
la salud del pacientito.
Cuando todo pasó, bien para
fortuna nuestra, ya con la frialdad que permite la tranquilidad, reparé muy
bien en que de no haber sido por ese seguro no hubiéramos tenido nunca los
recursos económicos para pagar ni el hospital ni el servicio médico así como
tampoco al eminente médico Édgar Morales Juvera, ahora exPresidente de la
Sociedad Mexicana de Cirugía Pediátrica.
Sí, tristemente en México se
muere uno a veces por pobre. Nuestro pacientito contó por fortuna con todos los
recursos médicos, hospitalarios y humanos, del mejor nivel, de los que miles,
millones de pequeños carecen y por eso en muchos casos corren la peor suerte.
Aquellas horas de angustia,
aquella experiencia de febrero-marzo de 2015 no pude evitar revivirla ayer
mientras recorría el nuevo Hospital Infantil de Veracruz junto con un grupo de
compañeros periodistas invitados por el Secretario de Salud, Arturo Irán Suárez
Villa.
Fue un recorrido de una hora
del sexto y último piso hacia abajo (hay dos más de reserva para crecimiento
futuro) donde pudimos conocer las modernas instalaciones incluido el quirófano
“inteligente”, lo último en avance médico quirúrgico infantil.
Para mis adentros me decía que
ciertamente el hospital y sus instalaciones están muy bonitas, que lucen de lo
mejor, pero que ojalá y ninguna familia tuviera nunca la necesidad de
requerirlas, aunque no dejaba escapar que es inevitable que muchas las
necesitan o las van a necesitar porque las enfermedades son un mal diario y no
respetan ni a los niños.
Entonces me consolaba, conforme
el doctor Suárez Villa nos iba mostrando y dando amplias y detalladas
explicaciones, de que al menos las familias que van a tener pacientitos en el
nuevo hospital tendrán espacios dignos, cómodos, que los ayudarán a sobrellevar
de la mejor manera las horas, días de angustia que seguramente van a vivir en
la espera de la salvación de los suyos.
Pero también me bienimpresionó
el espacio digno del que se dotó al personal médico y de enfermería, residentes
incluidos, quienes lo menos que se merecen es el mejor trato como profesionales
de la medicina, como que su tarea es
salvar vidas humanas, nada más y nada menos.
Me congratuló sobremanera, por
la experiencia que narro al inicio, escuchar que con el apoyo del Seguro
Popular, el programa médico social que funciona con recursos del Gobierno
Federal, ningún niño entre recién nacido y los cinco años de edad tendrá que
pagar un solo peso por el servicio que reciba, y que los mayores de cinco años
pagarán conforme su situación económica, aunque el gobernador Miguel Ángel
Yunes Linares dispuso que se afecte lo menos la economía de las familias con
niños que tengan que ser internados ahí.
Con motivo de la inauguración
del Hospital el pasado 1 de marzo, comenté: “En este caso no debe regateársele ningún mérito a Miguel
Ángel, pues es tangible el resultado que se proyectará ahora y en el futuro
hacia niños enfermos o que se accidenten, así como a sus familias”. Me refería,
obviamente, a que haya concluido la obra luego de más de seis años de retraso,
que lamentablemente hasta se prestó para cometer actos de corrupción en el
pasado inmediato.
Dije y reconfirmé ayer que, sin
duda, la obra y el servicio que prestará constituye un verdadero acto de
justicia para los niños de Veracruz y de los estados que también reciban el
beneficio.
Con el recorrido de ayer en el que
participaron el delegado del IMSS Antonio Benítez Lucho así como médicos
catedráticos de la Universidad Veracruzana terminaron las visitas guiadas para
dar a conocer la obra con detalles y el 19 de este mes entrará plenamente en
servicio.
Extorsionan hasta a pordioseros
Parece un dato irrelevante pero
–eso creo– no lo es porque refleja el alcance de la delincuencia organizada en
Veracruz, que no ha dejado a salvo ni siquiera los niveles más ínfimos de la
población veracruzana.
Denunció ayer la regidora de la
Comisión de Cementerios de Coatzacoalcos, Eusebia Cortés Pérez, que los
trabajadores municipales de los cinco panteones de ese puerto son víctimas de
extorsión a través del “cobro de piso”.
Eso me hizo recordar que apenas
el mes pasado que estuve en esa ciudad tuve la oportunidad de escuchar los
testimonios de varias personas, todas de condición humilde, quienes me
platicaron que ni siquiera los pordioseros están a salvo porque a ellos les
exigen cincuenta pesos diarios por dejarlos “trabajar”, lo mismo que a los
vendedores de “esquites” y demás.
No es para exaltar el modus operandi de la delincuencia en el
antiguo Puerto México, pero no se puede dejar de reconocer el grado de
refinamiento que ha alcanzado para exprimir hasta al último ser humano que se
mueve, así tenga un defecto físico que lo haga estar en desventaja.
Pareciera que diseccionaron el
mapa de la ciudad milimétricamente y se la repartieron por secciones, esto es,
que no actúan improvisadamente y que por eso dan puros tiros de precisión, no
escapándoseles nadie, ni los más bajos en la escala de las clases sociales de
Veracruz.
A quienes escuché en
Coatzacoalcos sabía que no me mentían y me pregunté si con cámaras de
vigilancia o con rondines de la Gendarmería van a poder acabar con ese tipo de
delito porque no se ve cuando lo cometen y si alguien denuncia lo espera el
panteón pero no para extorsionarlo sino para sepultarlo.
Ahora se combate el delito
“mayor” y el Gobierno del Estado informa cuando obtiene resultados, pero parece
que la delincuencia encontró otra forma de hacerse de recursos sin exponerse al
riesgo de su desarticulación, ante lo que no se sabe si ya se están implementando
medidas de protección para atender a estos jodidos para los que no hay
compasión de los malosos quienes los han venido a acabar de joder.
Un acierto de Hipólito Rodríguez
¡Albricias! ¡Por fin dio una
buena el alcalde Hipólito Rodríguez Herrero! Prácticamente todos los sectores
sociales de Xalapa recibieron muy bien el nombramiento de Patricia Ortega
Pardo, una xalapeña reconocida, como Directora de Finanzas de la Comisión
Municipal de Agua y Saneamiento (CMAS) del Ayuntamiento de la capital del
Estado.
Experimentada, honesta,
distinguida, trabajadora, responsable fueron algunos de los calificativos que
resaltaron quienes aprobaron su nombramiento, reconocimiento al que también me
sumo.
A la licenciada Ortega Pardo la
conozco y sé de su trayectoria desde que fue titular de la Secretaría de
Hacienda en Xalapa a inicios de los años 70 del siglo pasado. Así sí, señor
alcalde.
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