Prosa aprisa
Un mensaje, para ser atendido
Arturo Reyes Isidoro
En plena Semana Santa y
apenas
24 horas antes del Sábado de Gloria iniciarán las campañas electorales federales
en el país.
Así, el pueblo católico
mexicano verá invadida su liturgia por el palabrerío de miles de candidatos,
sin que haya forma de evitarlo.
Quiso la circunstancia que los
tiempos legales se acomodaran dentro de la llamada Semana Mayor a partir del
Viernes Santo.
Los mismos candidatos
presidenciales han adelantado que apenas den las cero horas del viernes 30
cuando iniciarán su bla bla bla.
Me pregunto si por iniciativa
propia ninguno ha pensado en correr unas horas su arranque por respeto a los
creyentes.
Me planteo si acaso quien
decidiera hacerlo no ganaría simpatía entre los millones de fieles católicos,
que se traduciría en votos.
El domingo 1 de abril se antoja
una fecha ideal para iniciar. ¿Retrasar dos días el arranque determinará el
resultaldo de la elección?
Pero los políticos y sus
estrategas se las gastan aparte y se puede esperar todo de ellos.
Con esta semana termina marzo;
ha iniciado la primavera y con el nuevo mes, el domingo próximo, inicia el
horario de verano.
Como si no fuera pesada la
carga del desfase que significa alterar el horario que regirá nuestra vida diaria, encima nos caen
las campañas.
El pasado 19 de marzo, la
Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) emitió el mensaje de los obispos del
país con motivo del proceso electoral.
Lo tituló “Participar para
transformar” y lo suscriben el cardenal José Francisco Robles Ortega y monseñor
Alfonso Miranda Guardiola, presidente y secretario general, respectivamente de
la CEM.
A diferencia de los mensajes con motivo
de otros procesos electorales, el de este año me parece más breve y concreto.
La cúpula religiosa del país alude al
escenario que se vive, “cuando los valores fundamentales palidecen”.
Por eso recomienda a su feligresía
hacer un esfuerzo de discernimiento crítico que les permita optar en conciencia
por quienes puedan realizar, en lo posible, el auténtico bien común.
En esa línea, entre otras cosas, los
obispos exhortan a “elegir a las personas”. Sin decirlo, están optando por el
llamado voto diferenciado, esto es, no hacerlo por los candidatos de un solo
partido.
“… en todos los partidos podemos
encontrar personas más o menos comprometidas con el bien común. Por ello, es
necesario discernir por quién votar. Lo prudente y responsable es buscar para cada puesto de
elección popular a la persona más idónea y no dejarnos manipular para que
votemos en bloque por un solo tipo de propuesta, de manera irreflexiva y mucho menos
bajo alguna modalidad de compra de voto. Entre más libertad exista al momento
de elegir, más capacidad tendremos al momento de exigir”.
Esta postura, me parece, adecua a la
Iglesia a la nueva realidad que vive el paísa
su pluralidad, con un sentido práctico porque los políticos de hoy no profesan
ya ninguna ideología y sólo los mueve el interés personal o de grupo, para ver
dónde pueden obtener más, y de ahí que sin ningún pudor ni principio brinquen
de un partido a otro.
(A propósito, el fin de la semana pasada un
prominente político me dijo sobre quienes han dejado sus partidos para
brincarse al yunismo azul y complacer al gobernador y su proyecto: tú bien
sabes que los utiliza, les paga, sí, pero en el fondo los desprecia porque sabe
que son traidores y nunca va a confiar en ellos. Me acordé de los diputados del
PRI que se fueron a la bancada del PAN y que hoy están arrepentidos, según es
un secreto a voces en el Congreso local.)
Coincido con la posición de los obispos. Se me
ocurren tres ejemplos que confirman lo que dicen. Ricardo Ahued sigue
garantizando una buena representación popular en el Senado aunque se haya ido
del PRI a Morena, como Pepe Yunes también reúne las mejores cualidades para ser
un buen gobernador pese a su partido, el tricolor; y Cinthya Lobato Calderón
hubiera representado con mucha dignidad a los veracruzanos pero su partido el
PAN la ignoró y en cambio propuso mucha masquiña (nada me extrañaría que
cualquier día esta valiosa mujer anunciara que deja el panismo, como Margarita
Zavala lo abandonó por el mal trato que le daban).
Los viejos tiempos cuando el PRI ganaba “de todas
todas” y obtenía “carro completo” pasaron a la historia hace mucho, aunque haya
intentos de revivirlos pero ahora en otro partido y con otro color, lo que los
veracruzanos no debemos permitir por ningún motivo, porque no es bueno para la
salud pública.
Votemos por los más idóneos, en los partidos en
los que estén, y hagamos conciencia para que se rechace la compra del voto.
El obispado mexicano exhorta a participar y, algo
que me parece destacable, señala la necesidad de generar una opinión cívica
crítica, “pues en el ejercicio ordinario de los
funcionarios, nuestro voto exige el sano control sobre nuestros políticos: en
su remuneración y gratificaciones, en los gastos de partidos y publicidad, en
los proyectos y obras públicas, en el control de la corrupción, la ilegalidad y
la eliminación de arbitrariedades”.
Es interesante cuando propone buscar el
“bien posible” y evitar a toda costa elegir con base al “mal menor”.
Lo razona con base en la enseñanza de
la Iglesia: el mal moral no puede ser elegido nunca, ni como fin ni como medio.
Afirma que el principio del “mal menor” sólo aplica cuando los males en juego
son de orden físico. Nada más.
“En contextos complejos e imperfectos,
lo que debe imperar es la búsqueda del ‘bien posible’ que aunque sea modesto,
todos estamos obligados a procurar. En un proceso electoral como el que
tendremos, esto significa que la conciencia cristiana debe discernir cual de
las opciones puede generar un poco más de bien, tomando en cuenta la
complejidad de las circunstancias”.
Recuerdan los obispos que sólo la
presencia participativa, de manera constante y solidaria en la vida de nuestro
país, destierra gradualmente la violencia, la corrupción, la impunidad y el
compadrazgo.
Llaman a los católicos a trabajar
“comprometidamente por un México más próspero y pacífico, más solidario y
participativo, más atento al rostro de los más pobres y menos cómplice de
quienes los olvidan, los manipulan o los marginan”.
Nos colocamos ya a menos de cien días
de ir a las urnas. Creo que no se debe echar en saco roto el mensaje de los
obispos.
La Conferencia del Episcopado Mexicano
está cumpliendo con una importante labor orientadora. Todos los mexicanos,
desde el respectivo ámbito de nuestro quehacer, debemos hacerlo también.
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