Prosa aprisa
Un funcionario que ya no
quiere queso…
Arturo
Reyes Isidoro
El 10 de diciembre
pasado, el Secretario de Seguridad Pública, Jaime Téllez Marié,
sufrió un desmayo, de acuerdo a la Secretaría de Salud.
Ese día, Jaime se desvaneció durante el último informe del entonces alcalde
de Boca del Río, Miguel Ángel Yunes Márquez.
Según el comunicado que se emitió: “El desmayo se originó
por ayuno prolongado, cansancio y estrés. Durante más de un año el Secretario
de Seguridad Pública no ha tomado un solo día de descanso”.
Se dijo entonces que por instrucciones del gobernador
Miguel Ángel Yunes, él y otros servidores públicos integrantes del Grupo de
Coordinación Veracruz tomarían una semana de descanso durante la temporada
navideña.
En “Prosa aprisa” del día siguiente, expresé: “Para su
fortuna –es mi opinión personal– al menos por el momento el problema no pasó a
mayores y se le desea que estudios posteriores confirmen que está bien de salud”.
En aquella fecha lo sacaron en camilla y lo trasladaron a
la Beneficencia Española del puerto de Veracruz. No se supo cuándo salió y si
su amigo y además jefe cumplió y lo envió siquiera a Cancún.
Pero por lo que acaba de ocurrir el lunes pasado, se
advierte que el hombre no está bien, que anda afectado y necesita en forma
urgente ayuda que le devuelva al menos su tranquilidad.
El día 23, Téllez Marié se quebró ante reporteros del
puerto de Veracruz y no pudo evitar que se le escurrieran las lágrimas ante las
cámaras de los chicos de la prensa.
Había acudido a una condecoración de policías en el
zócalo de la ciudad y ahí se le acercaron los periodistas.
Recordando lo que le había ocurrido en diciembre, un
reportero le preguntó por su estado de salud.
Respondió diciendo que el suyo es un trabajo en el que
descansa poco y que los dos años de la actual administración lo comprometieron
a trabajar hasta los domingos; que por eso casi no ve a su familia.
En ese momento, según las crónicas periodísticas, fue
cuando empezó a perder la voz y, como registró la nota de e-consulta Veracruz, entonces los ojos se “le vidriaron”. Una foto
de Crónica de Veracruz quedó como
mudo testigo.
Cuando los reporteros salieron de su sorpresa, le
preguntaron si en caso de ser invitado en el próximo gobierno aceptaría.
"Lo hablaríamos,
trataríamos de modificar un poquito más, porque se necesita descansar un
poquito más. A lo mejor descansando más pueda uno dar más resultados".
Con lágrimas en las
mejillas, de acuerdo a los periodistas, les comentó que su segunda familia son
los integrantes del Grupo de Coordinación Veracruz.
"Decía el almirante
Castañón, en una de las reuniones, el Día de la Familia: yo quiero felicitar a
toda nuestra familia, que es esta, con la que nos reunimos cada ocho
días".
Qué
vida, si es que a eso se le puede llamar vida, vive este funcionario. Debe ser
un martirio para él: por un lado tener la presión de saber que puede ser
víctima de la delincuencia y por el otro tener encima a su jefe, que es fama
que les exige hasta sudar sangre, no les permite protestar y tampoco los deja
ir si intentar renunciar. Es rehén de unos y de otro.
Al
paso de los meses los hechos han ido demostrando que no era el más adecuado
para el cargo por las circunstancias de violencia e inseguridad que vive
Veracruz.
Él
es abogado y cumplió tareas menores en el área de Tránsito en Boca del Río, es
un civil seguramente bien intencionado pero no tiene la fortaleza física y tal
vez hasta mental como la que poseen los militares, a quienes se les prepara
para ser duros, en todos sentidos, y para eso pasan por la prueba de
sobrevivencia, que puede llegar a ser un infierno para ellos pero que los
templa para enfrentar la peor situación sin quejarse.
El
más grave problema que padece Veracruz es el de la inseguridad y vamos
comprobando que la persona responsable de combatirla tiene ya recaídas, bien
físicas, bien emocionales. Se necesita una gente completamente sana en el
cargo.
He
tratado poco al Secretario pero lo conozco desde hace muchos años. Mi impresión
personal es que es buen hombre y que seguramente sería un excelente funcionario
en otra área.
Debe
ser doloroso para él tener que acatar órdenes superiores y a su vez dar órdenes
a sus subalternos para aporrear a la población civil, cuando tal vez eso no va
con su talante.
Se
ve que ya está muy presionado, muy estresado, que ya llegó a su límite y una
persona así, por muchas buenas intenciones que tenga, ya no rinde al cien por
ciento. Le haría muy bien, y con ello se ayudaría al Estado, que lo enviaran un
buen tiempo a estar con su familia y en su casa. Un relevo fresco tal vez
mejoraría la calidad del trabajo, que se traduciría en mejor protección para
los veracruzanos.
¿Qué
dirán los militares del Ejército y de la Marina cuando ven que el Secretario de
Seguridad Pública ya se está quebrando?
¿Nadie
se pone a pensar en las consecuencias que podría haber si, Dios no lo permita,
en pleno operativo contra la delincuencia el Secretario enferma o tiene un
estallido emocional? ¿Si le pasara algo a él? ¿O si por pasarle algo a él le
pasa también a civiles?
¿Por
qué lo castigan manteniéndolo en el cargo cuando ya se queja –no puede
entenderse otra cosa– de que trabaja mucho, de que no tiene descanso, de que
extraña a su familia, de que si estuviera descansado podría dar más resultados?
Me
atrevería a pensar que el suyo es un caso para la Comisión Estatal de Derechos
Humanos, que debiera intervenir para salvarlo y protegerlo.
En
los años de reportero que tengo, toda una vida, nunca había ocurrido que un
Secretario de Seguridad Pública derramara lágrimas como una forma de
desahogarse por la presión que está viviendo.
Para
colmo de Téllez Marié, la batalla contra la delincuencia la van perdiendo;
peor, en el cargo seguramente se ha hecho de muchos malquerientes, porque la
Secretaría a su cargo no es para ganar simpatías menos para hacer amigos.
En
este espacio he narrado que, por si fuera poco, adentro de la corporación los
policías están totalmente inconformes, han tenido y tienen intención de
amotinarse porque se quejan de agravios, y para nada los calmó el anuncio del
gobernador de que les van a aumentar el 9 por ciento su salario. Los 10 mil
policías siguen su campaña contra la campaña del candidato del PAN, y tal vez culpen
al Secretario.
El
mismo Jaime Téllez Marié reconoció el lunes que se les anunció el aumento pero
que no tienen dinero y que no sabe de dónde van a sacar para pagárselos.
Y
la inseguridad continúa imparable en toda la geografía estatal, y para colmo
hasta se involucra a policías.
Cuando
el funcionario no responde directamente gustoso que sí, que sí le gustaría
repetir en el cargo, no cabe duda que ya no quiere queso sino salir de la
ratonera.
¿Su
caso será el mismo de otros funcionarios que ya no aguantan la presión que se
vive adentro? ¿O es que les están exigiendo que entreguen tal número de votos
porque si no los van a responsabilizar si se pierde?
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