Prosa aprisa
Se acaba una generación intrascendente
Arturo Reyes Isidoro
Entramos
ayer lunes a la penúltima semana de noviembre, el penúltimo mes del año.
A partir
de este martes ya se podrán contar con los dedos de la mano los días que le
restan a la actual administración del Gobierno del Estado.
En forma
consecutiva en la historia de Veracruz, dos proyectos políticos de ocho años
fracasaron.
El
primero fue el de Héctor Yunes-Pepe Yunes, el segundo el de Miguel Ángel Yunes
Linares-Miguel Ángel Yunes Márquez.
Curiosamente,
los cuatro protagonistas llevan el apellido Yunes, aunque solo Pepe no es
familiar de sangre del resto.
Héctor
Yunes pretendió la gubernatura de dos años con la intención de pasar luego la
batuta a Pepe para que gobernara los siguientes seis años. Ni uno ni otro lo
consiguió.
Miguel
Ángel Yunes Linares ganó la gubernatura de dos años pero no la pudo heredar a
su hijo del mismo nombre. Fracasó el proyecto político.
Con
luces y sombras se va el actual gobernante. Sigo creyendo que le falló no haber
tomado en serio tener un equipo profesional de comunicación y haber confiado
solo en las redes sociales.
El
gobernador Fernando Gutiérrez Barrios estuvo también solo dos años en el cargo
y sus obras relevantes se concretaron a la carretera Xalapa-Alto Lucero y a
colocar la primera piedra de lo que hoy es el Centro de Alta Especialidad Dr.
Rafael Lucio. Pero se fue como un gran gobernador.
Cierto,
eran otros tiempos, pero el llamado “hombre-leyenda” cabildeó personalmente
mucho con la prensa y logró irse con la mejor imagen.
Creo que
el actual gobernante a punto de salir ha tenido más obra pública que don
Fernando, pero sus logros se han ahogado en un mar de críticas en su contra por
su estilo de gobernar de toda la vida y por su desinterés para cabildear con la
mayoría de los medios informativos.
Aunque
Héctor Yunes ya trabaja para buscar ser candidato de nuevo a la gubernatura en
2024, pienso que con Yunes Linares ha concluido la hora estelar de aquellos
jóvenes políticos que emergieron en las postrimerías del gobierno de Rafael
Murillo Vidal y se formaron en el de Rafael Hernández Ochoa.
Pero
ninguno de ellos alcanzó relevancia a nivel federal como fue el caso de otros
veracruzanos entre los que se puede citar al propio Gutiérrez Barrios o don Jesús
Reyes Heroles.
Creo que
no tuvieron la visión de futuro ni la sensibilidad para darse cuenta de que los
tiempos iban cambiando y que la ciudadanía, el electorado, también, y siguieron
actuando como en los tiempos en que se formaron y en los que disfrutaron por
muchos años de las canonjías que da el poder.
No se
actualizaron, pues, se fueron rezagando además de que los movía más el interés
personal, sus beneficios y la de sus compinches, que el interés colectivo.
Entendieron el gobierno como un negocio y no como un servicio público.
Por eso
ninguno emerge para trascender como una figura pública a la que habrá que
recordar por su obra bienhechora.
Al
contrario, pronto caerán en el olvido y si alguien se interesa algún día por
hurgar en su pasado, se hallarán con que los distinguió a unos sus pillerías, a
otros sus atropellos, a unos más sus deslealtades partidistas, a otros sus
incongruencias, aunque todos, eso sí, con algo en común: haberse hecho ricos,
inmensamente ricos a la sombra del poder y dejando mayoritariamente un pueblo
pobre, inmensamente pobre.
Que
hicieron algunas obras materiales o políticas, sí, porque algo tenían que
hacer, pero que fueron pretexto para robar los recursos públicos, también.
Me
atrevo a pensar que para demostrar su honestidad ninguno aguantaría una
investigación en serio.
Dentro
de diez días, cuando baje las cortinas la actual administración, toda esa
generación hernándezochoista, por llamarla de alguna manera, terminará su
ciclo.
Veracruz
ha pagado con creces haber tenido a esos gobernantes, en realidad una pandilla
que asaltó el poder y que no peleó por ver quién beneficiaba más a los
veracruzanos, sino que se pelearon entre sí y al final desde diferentes siglas,
pero en realidad siempre fueron lo mismo: unos mercenarios de la política en
pos del botín que significa el poder.
Los actores políticos que llegan
Entran
al relevo nuevos actores políticos. Según, que ellos sí serán diferentes. Está
por verse.
Llegan a
los poderes Ejecutivo y Legislativo personas no consideradas por la opinión
pública como políticos profesionales.
Bueno y
malo ese calificativo. Malo porque fue acuñado por un sistema político en el
que ser político profesional era sinónimo de demagogo, de mentiroso, de bueno
para hacer negocios al amparo del poder, de encubrirse unos a otros, de desviar
recursos para provecho personal, de brincar de un partido a otro por la
conveniencia de no estar fuera del presupuesto, etcétera.
Bueno
porque llegan al poder –aunque no todos, ciertamente– veracruzanos inexpertos,
tal vez hasta ingenuos, que nunca antes tuvieron un cargo público, que tal vez
no saben de protocolos, que visten con mucha sencillez, pero al menos sin un
pasado que los señale como indignos de ser servidores públicos.
Esta
camada que llega, muchos de los cuales, tal vez la mayoría, no pensaban que
fuera posible, está ante la gran oportunidad histórica de imbuirse de una
verdadera mística de servicio público en lugar de malearse, o antes de caer
rendido ante las tentaciones que ofrece el poder.
Sus
guías Andrés Manuel López Obrador y Cuitláhuac García Jiménez han dicho y
reiterado que no van a permitir actos de corrupción. Yo les doy el beneficio de
la duda, aunque del dicho al hecho hay mucho trecho.
Estamos
ya en la antesala del cambio de gobierno. Dos años se fueron muy rápido, casi
se perdieron en la batalla electoral pasada.
La noche
del domingo topé en un centro comercial de Xalapa con un empresario, de esos a
los que no pagaron Duarte ni Yunes.
De
pronto me dijo que había que levantarle una estatua al gordo Duarte. Al ver mi
sorpresa me dio la explicación: por haber hecho el que está a punto de terminar
un gobierno de solo dos años.
¡Imagínate
lo que hubiera sido tener que aguantar cuatro más con el actual!
Más mujeres al gabinete
El
próximo domingo 25 a media mañana en el parque Juárez de Xalapa, el gobernador
electo Cuitláhuac García presentará a cinco mujeres que se integrarán a su equipo de trabajo: la Oficial
Mayor de la SEV, la titular de la Sedema, la de Protección Civil, la Contralora
General del Estado y la futura nueva directora del DIF, organismo que dependerá
de la Secretaría de Salud.
Anoche
circulaba la versión de que a la Oficialía Mayor iría Ariadna Aguilar Amaya, a
la Sedema Rocío Pérez Pérez, a Protección Civil Guadalupe Osorno Maldonado, a
la Contraloría Leslie Garibo Puga y al DIF Ana Miriam Ferráez Centeno.
¿Sergio asesor de Gómez Cazarín?
Pues
váyase para atrás. Es tanta la audacia del coordinador de la bancada del PAN en
el Congreso local Sergio Hernández que ya le anda vendiendo su “experiencia” y
sus “servicios” a Juan Javier Gómez Cazarín, quien en una de esas escucha el
canto de las sirenas y hasta se hace de los servicios del famoso “Chico”
Fuentes.
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