Veracruz -México

Sin temor de dios alguno…

Sin temor de dios alguno…


Los sicarios llegan, más de uno se persigna ante una cruz desgastada con la mano izquierda, tan rápido, tan sin sentido como lo hiciera el Feo, en la película de Sergio Leone, del Bueno, el Malo y el Feo, antes de matar sin pudicia alguna a la gente que se le atraviesa en el camino.
El fuero eclesial tan antiguo como la iglesia misma no detuvo las balas; la fe, insustancial ante la necedad material del plomo no pudo detener las ojivas, si realmente eran creyentes, pues vicarios de Cristo eran en su Iglesia, debieron morir como los mártires en el circo romano de Nerón… Tal vez en el último momento, los secretos de sus feligreses les resultaron una carga letal para sus vidas; ahí, paradójicamente en la “curva del Diablo” entre Papantla y Poza Rica en el estado de Veracruz, fueron asesinados los curas de la Iglesia Católica: Alejo Nabor Jiménez Juárez, de 50 años, y José Alfredo Suárez De la Cruz, de 30 años.
¿Por qué matan curas los sicarios? ¿Alguna aurea copa para consagrar el vino intentó ser robada? ¿Las limosnas acaso? ¿Los secretos de confesión de sicarias o sicarios arrepentidos? ¿Otra información comprometedora? ¿Un dramón pasional donde el cura le robó al asesino a su mancebo, a su esposa o a su amante?
Nada se sabe y así como anda la Fiscalía General del Estado lo más seguro es que sea otro crimen que se quede en la impunidad.
Pero no es el único crimen, de hecho es otro más en la ola de homicidios, tanto de hombres como de mujeres que se están sucediendo en Veracruz, al grado de que se corre el riesgo de perder la capacidad de asombro y vivir tranquilamente con el crimen, como lo hacen poblaciones que llevan años enfrascados en sendas guerras civiles.
Hoy es lunes 19 de septiembre y tomados al azar algunos periódicos más importantes del Estado de Veracruz, en sus notas rojas se pueden contar:
En la Opinión de Poza Rica: los dos sacerdotes, una mujer, y menciona una balacera en Omealca con dos muertos y un herido. El Notiver, aparte de dar cuenta de los curas; menciona el ataque contra seis jóvenes al frente de un centro nocturno; da cuenta del asesinato a puñaladas del secretario particular del presidente de Vega de Alatorre; de un joven paramédico en la colonia Revolución de Jalapa a golpes; el diario del Istmo, en una de sus notas, mejor hace el recuento y en lo que va de septiembre hace la macabra lista de 10 asesinatos; todos por sicarios, nada de crímenes pasionales o de otra índole.
Por su parte, los diarios de Córdoba y Orizaba, dan una crónica puntual del ataque a los jóvenes que se encontraban frente a un centro nocturno y mientras tanto, la Jornada Veracruz, mantiene el tema de las fosas clandestinas en el puerto de Veracruz y en el panteón Palo Verde en la capital del estado, donde más de doscientos cadáveres han sido encontrados ¿Quiénes eran, quien sabe?
Esas son las víctimas contadas por los medios, pero existen cientos de víctimas más que están desaparecidas y que no se sabe si están vivas o muertas, creando un ambiente de pánico que congela la capacidad de respuesta de la sociedad civil.
La misma iglesia que suele pedir resignación y abnegación ante el crimen, ahora ha sido tocada, y seguramente tendrá que reflexionar ante su inacción y su pasividad frente a la delincuencia organizada; porque no se puede otorgar siempre el perdón y menos en el ámbito judicial, si quienes delinquen lo hacen con premeditación, alevosía y ventaja.
Los asesinos de los curas son los mismos que asesinan con odio a las mujeres, por ser mujeres, los que matan a homosexuales por sus preferencias sexuales; los que secuestran, los que simplemente aterrorizan en los parques, en las colonias, en cualquier lugar porque saben que amedrentando a la gente, la calle es de ellos y pueden hacer de las suyas; porque saben que el ciudadano común tiene temor de dios y ellos sin temor a dios alguno… son adoradores de la muerte.
Al margen de toda religión, o con la participación de toda religión o credo político, no abandonemos las calles, salgamos y denunciemos todo crimen, pero sobretodo exijamos a las autoridades, que tienen los recursos materiales y financieros para que se prosiga constituyendo una policía de cercanía, científica y respetuosa de los derechos humanos, que realmente garantice la vigencia del Estado de Derecho… para que en todos los casos, no solamente en el de los curas, se busqué implacablemente a los asesinos, se demuestre su participación y culpabilidad y se les aplique la sentencia más alta que prevea el Código Penal, sin misericordia alguna.


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Isael Petronio Cantú Nájera

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