EL PAÍS
La policía confirma que compró la pistola en Internet. En el país germano hay entre 20 y 30 millones de armas ilegales
Múnich
La masacre de Múnich no fue improvisada ni provocada por un momento de locura transitoria. La investigación de las autoridades alemanas ha revelado este domingo que Ali David Sonboly, el autor de la matanza que acabó con la vida de nueve personas e hirió a 35 en Múnich, llevaba un año planeando el ataque después de descubrir en su cámara de fotos imágenes de una visita el verano pasado al escenario de una matanza escolar en Winnenden, a 250 kilómetros de Múnich. En 2009, un adolescente de 17 años al que describían como solitario, mató a 15 personas, entre ellos nueve estudiantes y tres profesores, en un colegio de la localidad y después se suicidó. También han informado de que el asesino de Múnich no eligió a sus víctimas específicamente y dejó escrita una nota cuyo contenido está analizando la policía.
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Las pesquisas han aportado nueva luz sobre cómo este estudiante germano-iraní de 18 años se hizo con la pistola Glock de 9 milímetros, con la que disparó al menos 58 balas y disponía de otras 300 en cargadores sin usar que guardaba en la mochila. La policía ha informado de que el joven, obsesionado con las matanzas, de las que guardaba recortes de periódico, adquirió la pistola, de origen eslovaco, a través del Internet oscuro, un área de la Red que permite a sus usuarios permanecer anónimos y utilizado frecuentemente con propósitos criminales.
El experto en tráfico de armas alemán Lars Winkelsdorf, explica a EL PAÍS que la pistola puede alcanzar en el mercado negro un valor de en entre 800 y 1.200 euros, el triple de su precio normal. Sonboly carecía de licencia y el número de serie del arma había sido borrado. Los investigadores han informado de que la pistola fue inutilizada y posteriormente activada para su uso como arma de fuego. Eslovaquia fue el país de origen de los rifles de asalto y las pistolas utilizadas por el terrorista Arnedy Coulibaly en su ataque a la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo en Paris en enero del pasado año, que también fueron reactivadas en aquella ocasión.
Alemania está analizando la matanza de Múnich para estudiar qué ha fallado para que un joven de 18 años con problemas psiquiátricos lograra comprar una pistola y abrir fuego en plena ciudad el mismo día en que se cumplían cinco años de la matanza de Anders Breivik, uno de sus referentes, en la isla noruega de Utoya. El debate público se centra ahora en determinar si las autoridades están haciendo lo suficiente para controlar el flujo de armas, una discusión inédita en Alemania y más propia de países como Estados Unidos, en los que la ley protege un acceso más amplio a todo tipo de armamento y hay casi tantos ciudadanos como armas de fuego —se estima que hay unas 300 millones—.
Dos influyentes miembros del gabinete de Angela Merkel, el ministro de Interior alemán, Thomas de Maiziére, y el vicecanciller y ministro de Economía, Sigmar Gabriel, han pedido que se revisen las leyes sobre su control. El país germano ocupa el cuarto lugar mundial en posesión de armas tras Estados Unidos, Suiza y Finlandia con más de 5 millones de armas legales. No entran en esa estadística las entre 20 y 30 millones de ilegales que los investigadores alemanes cifran que circulan sin control, de las cuales la mayoría no están en manos de organizaciones criminales y pertenecen a ciudadanos que ignoran su ilegalidad por haberla heredado de un familiar que sí poseía licencia. Pese a las abultadas cifras, la Oficina Federal de Investigación Criminal (BKA) se incautó en 2014 de solo 443 de estos dispositivos.
Las autoridades han reconstruido el camino que siguió el arma hasta llegar al autor de la masacre, y la vía política se abre ahora para estudiar si son necesarias nuevas medidas para endurecer la ley de acceso a las mismas. "Tenemos que seguir haciendo todo lo que esté a nuestro alcance para limitar el acceso a armas mortales", defendió el socialista Gabriel este domingo. Actualmente, la ley alemana obliga a los que quieren obtener armas a ser examinados por la policía, no tener antecedentes penales, tener un certificado que demuestre la destreza en su uso y probar que su uso no tiene una motivación criminal y se utilizará para la caza o el ocio deportivo.
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